Colección: 14 Candy Hearts
Anime: Katekyo Hitman Reborn!
Pareja: Yamamoto x Gokudera
Meteor Shower
[Owl City]
Hacía frio. Mamá estaba enferma y en el hospital. Papá trabajaba hasta tarde. La casa, era un espacio vacío que me engullía al atravesar el marco de la puerta, y que al cerrarse, profería un grave grito de soledad que hacía que mi pecho doliera. Mis ojos ardían, y pasaba el puño con fuerza para apartar las lágrimas que querían salir. Mamá dijo que llorar era bueno si se estaba triste, pero no puedo estar triste porque si lo estoy, ella también entristecerá, y yo quiero que sonría como lo hacía cuando, junto con Bianchi que fue enviada a un internado hace un año, poco después de que la ambulancia viniera y se llevara a mamá para no regresarla, salíamos de paseo los cuatro, a la playa, al bosque, a donde fuera. Quiero ver su sonrisa, y escucharla decir que todo estará bien, que no hay motivo para sentir que donde dijo que estaba mi corazón, hay un agujero negro que se traga los colores del mundo.
La mochila cae al suelo. No lo soporto. No quiero llorar, pero es imposible. Así que corro a toda prisa fuera de casa, no importa a donde, de todas formas papá no se dará cuenta si no estoy, y a mamá no puedo verla, porque ha empeorado.
Tropiezo con la raíz de un árbol en el viejo parque de la pequeña ciudad japonesa a la que papá y mamá se mudaron antes de que yo naciera, desde Italia. Un escozor en las rodillas y los codos, me deja tendido en el suelo unos minutos, con la tierra transformándose en lodo pegado a mi rostro, por el caudal abundante de lágrimas que corren de mis ojos a mi garganta.
Sentado en el suelo, detrás de los arbustos tras los que se encuentra un solitario campo de juego, con columpios oxidados, una resbaladilla con la pintura gastada, y un sube-y-baja sin un asiento, de largas sombras perfiladas por el atardecer, hipo. Aun tengo fuerzas para retener los aullidos que empuja mi dolor, rasguñando mi garganta. Quiero ver a mamá, quiero escucharla tocar el piano y que me explique como crea esas canciones tan hermosas. Quiero dormirme en su regazo, y que me diga pequeño gatito malhumorado. La quiero.
--¿Estas bien? –Un niño de mi edad, aparece tapando el sol. Es un chico normal, de ojos cafés y cabello negro, como un modelo típico japonés, de los que hay en todas las clases, sin nada en especial, y aun así, al levantar la mirada hacía él, ya no puedo contenerme y lloro sin pudor, grito, llamo a mamá con desesperación, y acepto su abrazo, el abrazo de un desconocido que acaricia mi cabeza sin hablar, sin pedir que me tranquilice, o que deje de enterrar mis uñas en sus brazos.